¿ENOJADO? ¿ALEGRE? ¿FELIZ? ¿APÁTICO? ¿MELANCÓLICO?...
¿Cómo te sientes hoy?…
El trastorno bipolar es una enfermedad mental que se caracteriza por cambios extremos en los estados de ánimo. Los que la padecen pasan de fuertes momentos depresivos a picos de euforia. Afecta a alrededor del 3 por ciento de la población, según coinciden algunos especialistas. En otras palabras: involucra a más de un millón de personas en el mundo.
Antes llamado maníaco depresivo, consiste en cambios en el estado de ánimo que oscilan entre polos opuestos, alternando entre depresión y manía o hipomanía (es un estado afectivo caracterizado por un ánimo persistentemente alzado, expansivo, hiperactivo y/o irritable, como también por pensamientos y comportamientos consecuentes a ese ánimo que se distingue de un estado de ánimo normal).
Todo el mundo tiene altibajos en su estado de ánimo y es normal sentirse a veces animado y alegre y otras veces más triste y apenado, esos cambios son normales en la gente. En el trastorno bipolar, sin embargo, estos cambios son exagerados o totalmente fuera de lugar relación con los acontecimientos que están teniendo lugar en sus vidas y afectan a la conducta, el pensamiento, los sentimientos, la salud física y el funcionamiento general de estas personas.
Por lo regular comienza entre los 20 y 30 años de edad, se tiene estipulado que se genera en un episodio depresivo en las personas, aproximadamente se genera en el 75 % de las mujeres y el 67% de los hombres, suelen suceder varios episodios hasta llegar a obtener un episodio maníaco.
En estos episodios suelen haber periodos de normalidad, eso ya depende de cada persona, suele pasar que no siempre allá periodos de normalidad, si no lo contrario estados depresivos y maníacos que varían en intensidad y gravedad, a diferencia de este estado los síntomas varían en intensidad, otras veces interrumpidos por algunos episodios maníacos o hipomaníacos.
Cabe mencionar que la persona con esta enfermedad suele tener aproximadamente unos 10 episodios de manía o depresión durante toda su vida, trayendo consigo un aumento con la edad, si no se lleva con tratamiento, pueden durar unos pocos meses y la depresión unos seis meses. En muchos casos es estacional: la depresión es más frecuente en otoño e invierno y la manía en primavera o verano.
Aunque los tratamientos psiquiátricos y psicológicos de nuestros días permiten controlar a la mayoría de las enfermedades mentales, la población mexicana con trastorno bipolar, que es un padecimiento en donde el afectado sufre notables alteraciones en su estado de ánimo, que va de profunda tristeza a euforia incontrolable, continúa siendo víctima de marginación debido a falta de información, sistemas de atención y diagnóstico poco fuertes, políticas de apoyo casi inexistentes y prejuicios sociales todavía muy arraigados.
La psicóloga Adriana Ramírez, egresada de la UNAM, menciona que un enfermo que padece esto, puede llevar una vida totalmente norma, “En la mayor parte de los casos sí es posible. Ya que se cuenta con una terapia a parte de la del doctor que lleva el problema, esta terapia se da con una psicóloga que genera un equilibrio en el problema”
Es por ello que nos dice “La psicología y la psiquiatría deben ir unidas para tratar a los enfermos bipolares. No es posible tratar esta enfermedad sin medicación, pero tampoco lo es sin atender a los aspectos psicológicos e individuales de cada paciente, es por ello que juntas hacen la diferencia.”
Las investigaciones médicas y psiquiátricas han dejado claro que este trastorno afectivo o emocional, antes conocido como enfermedad maníaco-depresiva, se origina por alteraciones en la producción de neurotransmisores (sustancias empleadas en la comunicación de las células del sistema nervioso), y debido a ello se manifiesta con disturbios emocionales, como tristeza profunda y euforia que se presentan en forma alterna.
Los pacientes de esta enfermedad pasan por una etapa depresiva, se siente triste e indiferente a las consecuencias que puede sufrir por suspender sus actividades, de modo que abandona su trabajo y deja de bañarse, además de que se siente irritable, ensimismado, y le molestan el ruido y la gente a su alrededor, por lo que comienza a aislarse".
Se adjuntan alteraciones físicas como insomnio (falta de sueño) o hipersomnia (dormir demasiado), cansancio crónico, mala concentración, dolor y debilidad muscular, padecimientos gastrointestinales y cambios en el apetito (comer mucho más o menos que antes) a tal grado que puede subir o bajar de peso en forma dramática (de 10 a 15 kilos en un mes).
Por desgracia, refiere, estos síntomas causan confusión y los pacientes acuden primero a médicos que atienden su salud física y dejan de lado el aspecto emocional, y es por ello que en la mayoría de los casos deben pasar varios años para que se haga el diagnóstico acertado.
Las especialistas indican que los estados depresivos no generan grandes problemas a los seres cercanos, aunque puede haber alejamiento y desconcierto por el carácter irritable del enfermo; es por ello “Como en cualquier enfermedad médica, el primer paso es intentar convencer al paciente de que acuda al médico, que sienta el apoyo de todos los miembros de la familia. Cuando esto falla depende de la gravedad del caso, puede generar otras reacciones al paciente. En casos graves es recomendable contactar con el centro sanitario correspondiente, o con los servicios de urgencia o en casos extremos con la autoridad judicial para que autorice un examen médico involuntario. En cualquier caso es conveniente contactar con las asociaciones de afectados que han pasado por la misma situación.”
Se toma en cuenta que el trato del paciente puede cambiar de acuerdo al sexo del este, cuando es hombre muchas veces se ve inmerso en problemas de adicción a drogas y alcohol, pese a lo cual los padres o la esposa le apoyan; en cambio, la mujer con trastorno bipolar es juzgada como ‘la loca de la casa' y se le arrincona; no se le da la oportunidad de recibir el tratamiento adecuado a pesar de que en la práctica hemos visto que ellas cobran mayor conciencia de su enfermedad y, por lo mismo, responden mejor a la terapia que ellos.
El tratamiento consiste en medicación, psicoeducación y psicoterapia.
En términos de medicina el fármaco más utilizado es el litio, que es un estabilizador del estado de ánimo. Este genera reacciones secundarias “Las reacciones más comunes son… temblor, sed y orinar más de lo normal. En caso de intoxicación puede ocasionar problemas graves, pero esto sólo en caso de tomar el litio de manera incorrecta. Es por ello que no se debe auto medicar ningún tratamiento con litio, más que adquirirlo con la supervisión de un doctor que lleve el problema.”
Cuando se maneja en términos de Psicoterapia, la vida del paciente y de su familia puede quedar completamente rota y lo principal es volver a ordenar las cosas de nuevo.
El primer paso consiste en informar al paciente y su familia sobre esta enfermedad. Esto dará lugar a una gran cantidad de emociones, miedos e interrogantes que el psicólogo tendrá que ayudar a superar. Muchas personas tienden a negar lo sucedido, prefieren olvidar y actuar como si no hubiera pasado nada. Pero esto constituye un gran error ya que es muy probable que el episodio vuelva a repetirse y conviene estar preparados. El terapeuta tendrá que ayudarles a integrar esta experiencia y esto se logra promoviendo un diálogo familiar abierto.
La terapia cognitiva es una de las más apropiadas para estas personas. Consiste en enseñar al paciente a controlar sus estados de ánimo y sentimientos de forma que sea capaz de cambiarlos en el momento en que detecte que están empezando a aparecer sentimientos o pensamientos inadecuados (cuando se acerca un episodio). Esto se consigue ayudando al paciente a ser consciente de cómo está interpretando los acontecimientos que suceden en su vida y de cómo esta interpretación influye en su estado de ánimo.
En definitiva, lo más importante en el tratamiento psicológico es enseñar al paciente a detectar los primeros signos y enseñarle técnicas que pueda utilizar para controlarlos. Si además posee habilidades para manejar adecuadamente el estrés y resolver eficazmente los problemas de su vida, y utiliza la medicación adecuada, estará suficientemente equipado como para poder llevar una vida normal y productiva.
Es importante destacar que más del 50% de los pacientes con trastorno bipolar abusan del alcohol u otro tipo de sustancias durante su enfermedad. Por otra parte, entre las consecuencias negativas derivadas de la enfermedad se encuentran aquellas más directamente relacionadas con la vida familiar y social del individuo.
El trastorno bipolar añade una cantidad impresionante, a menudo insoportable, de tensión y exigencia en las relaciones interpersonales. Se calcula, que entre el 57% y el 73% de los pacientes diagnosticados de trastorno bipolar estan divorciados o han pasado por crisis de pareja significativas.
La enfermedad puede ser a menudo enmascarado por otros trastornos psiquiátricos como los trastornos de conducta, la hiperactividad ,el abuso de alcohol, drogas y otras sustancias, síntomas psicóticos, rasgos obsesivos, ataques de pánico, personalidad borderline (se caracteriza primariamente por desregulación emocional, pensamiento extremadamente polarizado y relaciones interpersonales caóticas) o trastorno por estrés post-traumático.
La mayor parte de las personas que sufren un trastorno bipolar, incluso en sus manifestaciones más extremas, son susceptibles de lograr sustanciales y significativas mejoras en la estabilización de sus estados de ánimo y en los síntomas derivados, siempre y cuando sean diagnosticados de manera adecuada y reciban el tratamiento profesional especializado.
“El trastorno bipolar no tiene una solución fácil ni cómoda. El 60% de la recuperación proviene de una medicación adecuada, el 30% de una adaptación a la enfermedad y el 10% son otras cosas que pueden llegar a incluir tratamientos no convencionales, pero éstos nunca podrán sustituir a los fármacos ni a una buena adaptación por parte del paciente”
Las investigaciones más recientes sugieren la combinación de estrategias de carácter psicofarmacológico (administración de litio junto a algunas drogas antipsicóticas, anticonvulsivas y ansiolíticas) y psicosocial (psicoterapia cognitivo-conductual, psicoeducación y terapia familiar/pareja complementaria), mantenidas durante períodos prolongados de tiempo por el especial carácter recurrente de la enfermedad ,como la estrategia terapéutica más eficaz y con mayores probabilidades de éxito para lograr la recuperación del paciente aquejado por el trastorno maníaco-depresivo o trastorno bipolar.